Monumento a los caídos en accidente de trabajo
El monumento a los caídos en accidente de trabajo fue una obra de Amadeo Gabino, de 1957. Y decimos «fue», porque ya prácticamente está desaparecida.
Del enorme monumento, desmontado en el año 1991, sólo se conserva la figura del picador y dos placas con relieves. Han sido reubicados en el espacio que ocupaba el monumento, pero la distancia entre los tres elementos y el hecho de que los relieves estén ocultos por arbustos da lugar a una total desvinculación entre ellos. La descontextualización resulta aún mayor al haber sido emplazada ante la figura del picador una placa conmemorativa del 50º aniversario del concurso de entibadores mineros, en el año 1993.
La escultura del picador está asentada sobre un pequeño pedestal de cemento. Adopta forma de aspa, con las piernas abiertas y los brazos levantados, sosteniendo y mostrando con orgullo su intrumento de trabajo. En el aspecto formal, lo más destaco resulta el sintetismo globalizador y geometrizante de los volúmenes: las extremidades tienden al formato cilíndrico, aunque, en detalle, las superficies resultan afacetadas; cabeza redondeada y de aspecto bulboso. En composición también juega un papel fundamental la geometría: la figura, en conjunto, adopta forma de aspa; las extremidades acotan dos espacios triangulares que se cierran, en la parte inferior, por el pedestal y, en la superior, por el mango del pico. Los detalles anatómicos o de la indumentaria resultan escasos y poco precisos, prefiriéndose un tratamiento textural de la superficie.
Resulta una figura de aspecto monumental, tanto por su tamaño como por la acusada microcefalia: la cabeza resulta desproporcionadamente pequeña, aunque, gracias a la desmesurada longitud del cuello, aparece situada en el centro del triángulo formado por los brazos y el pico.