Este socavón pertenece a una antigua explotación de montaña de finales del siglo XIX, propiedad de los hermanos Felgueroso. Al hacerse cargo de la misma la sociedad Carbones de La Nueva se efectuaron diversas mejoras en aquellas instalaciones mineras, como fueron los muros de contención de la bocamina (1904), de piedra sillar y ladrillo, la construcción del lavadero de Camellera o la prolongación del trazado del ferrocarril minero desde El Cadaviu a Ciaño.

El interior del transversal mantiene el muro de piedra con cubierta abovedada de ladrillo durante varios metros, continuando hacia el interior en roca viva.

El socavón Isabel era el segundo piso de las minas de montaña de Carbones de La Nueva y las empresas anteriores. Mientras que el primer piso era, precisamente, el socavón Emilia, que se convirtió en la primera planta del pozo San Luis cuando este se construyó en vertical y por donde ahora circula el tren minero.

En ambos casos, la función de estos socavones era la de vías de transporte para el carbón y no se realizaban en ellos tareas de extracción del mineral.

Fue también, gracias al ilustre ingeniero Ignacio Patac, la primera mina asturiana en disponer de una casa de aseos perfectamente equipada con lavabos, espejos, toallas y otros elementos de higiene.

En 1925, la empresa fue adquirida por la Real Compañía Asturiana de Minas, actuando a partir de este momento la anterior propietaria como una filial de la compañía belga. En 1928 se abandonaría la explotación horizontal al iniciarse la perforación del pozo San Luís, que entraría en servicio dos años más tarde, centralizándose en él los trabajos de extracción.

En los años 70 del siglo XX se concentró toda la producción del valle en el pozo Samuño, empleándose el pozo San Luis para trabajos auxiliares hasta su cierre, acaecido en 2003.

En la actualidad, forma parte del Ecomuseo Minero del Valle del Samuño.